María Ramírez Herrera, doctorada en estudios urbanos y ambientales por el Colegio de México, reveló que en Zacatecas de un millón 50 hectáreas dedicadas a actividades agrícolas, al menos 450 mil sufren un grave proceso de desertificación.
Advirtió que este proceso de pérdida de suelo representa un riesgo para la seguridad alimentaria del país, dado que con el proceso de desertificación la tierra pierde nutrientes y el potencial de ser apta para cultivos.
La también docente de la UAZ abundó que la zona crítica es la zona frijolera conformada por Sombrerete, Miguel Auza, Juan Aldama, Río Grande, Saín alto y Nieves, donde las pérdidas del suelo son superiores a 20 toneladas por hectárea al año.
Recordó que Zacatecas es el primer productor de frijol a nivel nacional, al igual que de ajo, segundo en la producción de avena, tercero en chile verde y maíz forrajero, cuarto lugar en tomate rojo, zanahoria y cebolla y octavo en avena forrajera.
Consideró que los procesos de desertificación que padece la entidad “deberían alertarnos de la seguridad alimentaria en el país, porque la producción que se lleva a cabo en Zacatecas es fundamental para satisfacer la demanda de alimentos en México”.
Ramírez Herrera advirtió que no se puede permitir “que pase con el frijol lo que ya ocurre con el maíz amarillo, pues México se convirtió en el principal importador de este grano en el mundo que es considerado nuestro alimento más importante”. Y que, si no se generan los mecanismos necesarios para frenar el deterioro de los suelos “es posible que también comencemos a importar frijol”.
La especialista señaló que “la erosión hídrica para el periodo 2021-2080, la proyección de lluvias para la zona agrícola de Zacatecas es de entre 4 y 7.9 por ciento”.
Lo que afectará a 86.4 por ciento del suelo dedicado a la actividad agrícola que depende del temporal, “por eso deben considerarse alternativas viables, por lo menos mantener la producción en el estado y se debe añadir que el presupuesto al campo se ha reducido alrededor de 30 por ciento en lo que va del sexenio federal”.
Citó que algunos de los mecanismos para frenar este fenómeno son: rehabilitar las tierras en los suelos degradados afectados por la desertificación, la sequía y las inundaciones, así como lograr un suelo neutro, evitar el uso de fertilizantes químicos, entre otros.
De ahí que la propuesta para la recuperación de los suelos sea adoptar las directrices voluntarias para la gestión sostenible de los suelos propuesta por la FAO (Oficina Regional de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe).
Además, ampliar el presupuesto destinado al campo, créditos blandos y ayudas a los productores agrícolas, impulsar los programas de remediación del suelo contaminado, reforestar las zonas erosionadas para la recuperación de sus nutrientes y evaluar la erosión eólica del suelo, así como mejorar y ampliar los sistemas de riego en tierras agrícolas con alto riesgo de desertificación.