El sábado pasado falleció, en la capital de Zacatecas, Juan José Zaldívar Ortega, doctor en Medicina Veterinaria y Zootecnia por la Universidad de Córdoba.
Catedrático con destacada trayectoria a través de sus trabajos en el desarrollo de la ganadería bovina y porcina, mismos que fueron dados a conocer en las más de cien conferencias que dictó en países como España, México y Portugal.
Apasionado por el toro de lidia a través de investigaciones científicas, en las que buscó modernizar y “humanizar” el manejo del ganado bravo, para beneficio de los animales y de la economía de los ganaderos, Zaldívar Ortega destacó, además, por haber firmado una página histórica en la mítica ganadería de Miura.
Ello, porque fue el primer veterinario en tranquilizar con rifles anestésicos a un toro de esa temible casta y acariciarlo en plena libertad, en presencia de su amigo y propietario de la célebre vacada, don Eduardo Miura Fernández.
La historia, que está plasmada en un libro llamado Miuras, escrito por el propio Zaldívar Ortega, fue relatada en diversos pasajes por su propio autor, en 2015, cuando NTR charló con él.
La técnica innovadora empleada por Juan José Zaldívar benefició de gran manera a los toros de lidia, porque ya no era necesario inmovilizarlos a través de la fuerza física.
En el tema central de los Miura, aquel día se marcó un hito para la profesión veterinaria y para el propio gremio ganadero, pues se logró atravesar la puerta de una de las ganaderías con mayores obstáculos; además, se consiguió por vez primera inmovilizar un toro de lidia en su hábitat natural.
Desde ese día, la prensa española y los gremios veterinario y ganadero dieron gran difusión a esa noticia, a la que poco se daba crédito.
La fotografía en la que Zaldívar Ortega acaricia los pitones del Miura sigue dando la vuelta al mundo.
En aquella charla, anécdotas, vivencias y diversos pasajes profesionales y personales fueron contados por el médico español, quien siempre guardó un especial cariño por la tierra de cantera y plata, pues Zacatecas se convirtió en su segunda casa, cuando llegó para manejar la ganadería de Joselito Huerta.
Con su vasto conocimiento en el tema, Juan José Zaldívar aseguraba que la fiesta no morirá nunca, mientras se siga respetando la grandeza del toro bravo y las tradiciones de los pueblos, que se sostienen a través de sus creencias.
Para Juan José Zaldívar, la fiesta brava era infinita y afirmaba que nunca terminará mientras haya personas que luchen por ella.
“A los hombres no se les pueden tocar sus tradiciones, los pueblos terminan cuando tocan su identidad, y no lo podemos permitir, la fiesta no se va a acabar”.