Antes de subir por una ruta muy accidentada de la Sierra Madre Occidental para entrevistar al comandante F1, líder del brazo armado del Cártel del Golfo en Zacatecas, el periodista Alfredo Valadez recibió la instrucción de abandonar sus dos celulares y abordar una SUV blanca con dos desconocidos.
“Por su seguridad y por nuestra seguridad recline totalmente el respaldo y no se levante” fue otra instrucción que recibió abordo. Por breves tramos se vio obligado también a taparse la cara con una vieja sudadera verde. Más de una hora de camino sinuoso trascurrió antes de llegar a una peculiar meseta donde lo esperaban más hombres armados.
Hoy, a ocho años, Alfredo califica aquel viaje como un “autosecuestro” cuyo objetivo era obtener un testimonio de primera mano sobre lo que ocurría en Florencia de Benito Juárez, municipio al extremo sur de Zacatecas, colindante con Jalisco, en una temporada en que los cárteles del Golfo y Los Zetas libraban una pugna que, a pesar de los estruendos de las AK 47, volvió silenciosa aquella zona del estado.
Este colaborador eventual de la agencia Cuartoscuro, de la revista Proceso y corresponsal de La Jornada, con una trayectoria en el periodismo de casi 30 años, comenta que las cosas no han cambiado para los pobladores del lugar, más allá de que dichas organizaciones fueron sustituidas por otras aún más poderosas: Cártel Jalisco Nueva Generación y Cartel de Sinaloa.
El interés por la entrevista con el líder criminal, también conocido como El Panchito, surgió cuando en mayo del 2011 se produjo el que se considera el más sangriento enfrentamiento armado entre cárteles en la historia del estado. Ocurrió en Florencia de Benito Juárez, municipio que hoy cuenta con sólo cuatro mil 492 pobladores (según el Inegi), apenas 24 personas más que hace 20 años.
La versión oficial de la entonces Procuraduría General de Justicia hablaba de 10 muertos, pero los corridos que años después se popularizaron en la radio local hablaban de 60 sicarios caídos. Dos años después el secretario de Seguridad Pública, Jesús Pinto Ortiz, general retirado del Ejército fue convocado a comparecer ante el Congreso local para explicarle a los diputados por qué los límites con Jalisco estaban incendiados por la violencia. Había enfrentamientos continuos, desaparecidos, cuerpos colgados en los puentes y a diario se encontraban vehículos abandonados. Al hablar del enfrentamiento, el funcionario confirmó la cifra rimada de los corridos.
Alfredo estuvo presente aquel día en el Congreso. Recuerda que el general dijo que en 40 años de servicio en las fuerzas armadas nunca había sabido de un combate tan atroz, una guerra tan sangrienta como la de Florencia de Benito Juárez. Aquel chispazo de sinceridad y la disparidad de casi medio centenar de muertes respecto a la versión oficial, fue la punta de la hebra de lo que, pensó, sería un buen reportaje.
Al solicitar información todas las fuentes oficiales guardaron silencio con el argumento de que la investigación seguía abierta. Un funcionario federal con el que tenía una buena relación, al ver la insistencia de Alfredo le preguntó: “si realmente quieres saber qué pasó ¿porqué no entrevista a alguien que participó?”. Luego le ofreció la posibilidad de contactar al líder regional del Cártel del Golfo que en ese entonces dominaba una de las zonas más inaccesibles de Zacatecas.
“Lo que creí que sería una entrevista con un líder criminal en un restaurante de la capital o en una residencia de la cabecera municipal de Florencia, terminó siendo prácticamente un autosecuestro”, recuerda al darle un sorbo a su café.
Con lujo de detalles, narra cómo siguiendo las instrucciones telefónicas hizo escala en el municipio del Teúl de González Ortega (entonces recién declarado Pueblo Mágico) para luego arribar a la cabecera de Florencia, donde tuvo qué apagar y abandonar sus dos celulares antes de emprender el último tramo de su viaje, el cual recorrió en gran parte, con una sudadera en el rostro para no reconocer el camino.
“Me encontré con un personaje que no parecía un delincuente, no parecía el jefe de un brazo armado, era muy joven y al principio creí que estaba platicando con el hijo del verdadero líder que tenía a toda una región peleando”, comenta sobre la primera impresión que le dio El Panchito quien –dice- le hizo revelaciones interesantes, empezando porque él tenía un saldo aún más dramático que el que entonaba los corridos: 77 muertos.
En la entrevista celebrada al interior de una cabaña en medio de la sierra, le reveló que el día de la guerra de Florencia, se enfrentaron 68 sicarios de su cártel (del Golfo) y más de 140 de los zetas que llegaron en 18 camionetas de doble cabina de la cuales 16 eran blindadas.
El enfrentamiento se dio desde las 9:20 hasta las 13:30 horas. En cuatro horas no hizo acto de presencia ni un policía, ni un soldado. Fue que como si el estruendo de los fusiles no pudiera oírse en el sur de Zacatecas. A pesar de la desventaja numérica, de acuerdo con la versión de El Panchito, sus hombres ganaron sólo gracias a que tenían mejor adiestramiento militar.
Los tiempos cambian
La pugna entre Los Zetas y el cártel del Golfo, hoy ha sido sustituida por el enfrentamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa que tienen al estado en una situación más convulsa que nunca, sin embargo, rara vez se ven noticias de ello. La última vez que figuró Florencia de Benito Juárez en noticias nacionales, fue de forma indirecta, cuando se dio a conocer la captura en Tequila, Jalisco, de El Mano Seca, jefe regional del CJNG cuyos hombres operan en cinco municipios: Téul de González Ortega, Tepetongo, Monte Escobedo, Fresnillo y Florencia.
Actualmente no tiene planes de regresar a ese punto olvidado, que como tantos otros, guardan silencio.
“Zacatecas es un territorio ocupado por los grupos criminales gracias a sus sierras, sus desiertos, a la falta de gobierno y a la existencia de más de 2 mil 500 comunidades rurales en las que se pueden esconder, además tenemos cinco mil kilómetros de caminos sinuosos imposibles de vigilar”, explone.
Afirma que el poder político del centro del país, no está interesado en voltear a ver a esta parte que siguen siendo territorios silenciados no sólo por los criminales, sino por el propio gobierno federal que oculta información y que, cuando puede, suaviza la realidad como ocurrió con el número de muertos en la guerra de Florencia.
“Creo que son territorios que se dan por perdidos de parte del gobierno: son puros pueblos pequeñitos, habitan muy pocas personas, creo que la autoridad le está apostando a que solitos se vayan extinguiendo los conflictos (…) como en los últimos dos años ocurre en la sierra de Jerez”.
Y considera que Zacatecas tiene sus zonas silenciadas, al igual que Durango, Michoacán, Tamaulipas, Coahuila o Sonora: “En todos estos estados hay regiones gigantescas de las que no sabemos nada, en ningún periódico se escribe una sola línea de estos lugares”.